Después de casi un mes sin verlo y sin saber de él, ella decide buscarlo...
"Él: ¿Recuerdas la última vez que hablamos por teléfono?
Ella: Mmm... Hace ya tiempo de eso, casi ni lo recuerdo (irónicamente)
Él: Pues desde entonces se me perdió el celular, no sé dónde quedó (poniendo cara triste)
Ella: Mmm... ¿Te llegó lo que te envié? (¿Cuántas cartas pueden llegarle a diario? [irónicamente])
Él: ¿Qué cosa? (poniendo cara de no sé nada)
En eso... Ring ring (suena su celular "perdido") contesta, se levanta y la deja sola...
Por su cabeza pasan mil cosas y a la vez nada. Se pierde por un momento en la dimensión desconocida y cuando vuelve en si, él ya está de nuevo a su lado. Después de unos minutos de conversación, (minutos que ella no recuerda de qué se habló) ella se levanta y se despide. Ella sale de aquel lugar con lágrimas en los ojos..."
"¿Que si me duele? Un poco, te confieso.
En la herida que me hiciste, pon el dedo.
¿Que si me duele? Sí, me duele un poco.
Más no mata el dolor... No tengas miedo..."
Luis G. Urbina.
Este poema me hizo recordar el libro "La Fuerza de Sheccid" (el cuál le regalé después de haber regresado de un viaje de estudios) Él me visitó, nos dimos un gran abrazo y después de una platica hasta altas horas de la noche, le entregué el libro, que seguramente no leyó...
"¿Porqué tendría qué sufrir por ti? Total, yo de la nada quise darte mi amor, suavemente... Un poco de mi tienes, para bien, para mal, para la eternidad, para irte de mi..."